lunes, 27 de junio de 2016
Winter is coming
Llegó el invierno hace varios días y tengo esta sensación de querer estar en casa all day, en mi sillón con 4 frazadas, viendo netflix, tomando chocolate caliente, de hecho tiene más sentido en estos días, que tomarlo en navidad.
Pero lo que más me provoca es escuchar a Motorama, banda rusa de new wave, una de mis bandas favoritas, cuyas letras evocan muy bien esta época del año, encuentras frases como:
"White snow has covered my head.
I am slow, slow, slow, slow, slowly dying".
Y esta parte de la misma canción, alps:
"And I see, huge walls of trees,
huge walls of ice shelves,
it takes my breathe away.
If everyone is falling on knees.
I will almost die for this beauty."
"How it feels, cold arms on me.
Hot blood in my chest,
I've done everything I can"
Claro que muchas veces suelen ser alegorías de la frialdad como cualidad de una persona, o de situaciones especificas, pero también hacen referencia literal a paisajes y temperaturas extremadamente gélidos del país del cual provienen.
Broke girl
No quiero ver los movimientos de mi tarjeta, tengo la ligera sospecha de que estoy en quiebra. Aunque lo piense y me cause un poco de gracia, sé que es un asunto serio. Mañana tendré que sacar un reporte y tomar decisiones al respecto. Me veo haciendo cupcakes como Max en Two Broke Girls, para poder pagar algunas deudas.
La semana pasada caí en Crisol y su bendita oferta de 3x2; aún no he pagado la cuarta cuota de Isil, no estaba segura de querer tirarme parte de ese dinero, pero amo comprar libros. Tengo la fantasía o utopía de tener algún día una biblioteca enorme que llegue hasta el techo, como la de Joaquín Sabina tal vez; pienso mucho en esa colección que muestra siempre en sus entrevistas.
Comprar libros no es un despilfarro para nada, aunque el sueño de la super biblioteca gigante puede esperar un poco. En lo que realmente se va mis pocas fichas es en esta vanidad de comprar ropa o zapatos que no necesito. Esa es mi otra adicción; andar de shopping buscando colores, estampados y modelos nuevos de zapatillas, botas, sweters, vestidos, jeans, bolsos, carteras, etc.
Debería estar ahorrando para esos viajes que planeo, para los estudios y cursos que quiero llevar, pero cada vez que tengo hambre o veo algo lindo tras el escaparate, un impulso extraño hace que gaste sin pensar en mis prioridades. No puedo ir por el mundo sin planificar mis gastos. No haré un detalle exacto del gasto innecesario que hago a diario, solo sé que es demasiado.
La semana pasada caí en Crisol y su bendita oferta de 3x2; aún no he pagado la cuarta cuota de Isil, no estaba segura de querer tirarme parte de ese dinero, pero amo comprar libros. Tengo la fantasía o utopía de tener algún día una biblioteca enorme que llegue hasta el techo, como la de Joaquín Sabina tal vez; pienso mucho en esa colección que muestra siempre en sus entrevistas.
Comprar libros no es un despilfarro para nada, aunque el sueño de la super biblioteca gigante puede esperar un poco. En lo que realmente se va mis pocas fichas es en esta vanidad de comprar ropa o zapatos que no necesito. Esa es mi otra adicción; andar de shopping buscando colores, estampados y modelos nuevos de zapatillas, botas, sweters, vestidos, jeans, bolsos, carteras, etc.
Debería estar ahorrando para esos viajes que planeo, para los estudios y cursos que quiero llevar, pero cada vez que tengo hambre o veo algo lindo tras el escaparate, un impulso extraño hace que gaste sin pensar en mis prioridades. No puedo ir por el mundo sin planificar mis gastos. No haré un detalle exacto del gasto innecesario que hago a diario, solo sé que es demasiado.
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