Tengo clase, pero algunos compañeros me dicen para bajar a la marcha contra Keiko. En serio es un gran dilema, porque no sé cuánto cambie el panorama después de esta marcha. Me consta que esas marchas suelen servir de pretexto para que te griten de todo; desde terruco hasta vago, anarco, whatever. Aunque eso es lo de menos. Por otro lado, y es lo más paja de ir a marchas, es presenciar la fiesta que se vive dentro, porque te encuentras gente de todas partes, artistas, actores, periodistas, historiadores con carteles, con arengas. Sikuris tocando. El baile en círculo. Todos tomados de la mano; esa es la verdadera fiesta, compartir un mismo ideal y un mismo cántico. Sin embargo, siento cierta desesperanza pues bajé a la primera marcha contra keiko antes de la primera vuelta creyendo que serviría de algo, creyendo sinceramente que no pasaría a segunda vuelta. Hoy a menos de una semana es muy probable que el fujimorismo gane y pienso en que debiera guardar la poca energía que me queda para la lucha que se viene y de la que pienso ser parte.
Estaba viendo este documental que se estrenó hoy, a vísperas de la marcha, dirigido por Fernando Vilchez, un documental lleno de testimonios que no he oído sino hasta hoy. Dentro de los testimonios más conmovedores fue el de la hija de Pedro Huilca Tecse y el de Marisa Glave cuando se refiere al asesinato del líder sindical. De hecho el caso de Gisela Ortiz también, verla emprender esa lucha desde tan joven junto a otros deudos merece mucho respeto. El documental por ratos puede no gustar mucho, se pueden señalar algunas fallas (¿técnicas? quizá, pero meramente de forma que imagino se deben a la premura de difundirlo antes del domingo) pero bastante completo y profundo. Y como ya lo dije, bastante conmovedor por lo desgarrador de los testimonios y por lo dura e inverosímil que puede ser la realidad a veces.
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